Cuando se publiquen estas líneas, estaremos ya a las puertas de la cuaresma 2018. Habrá transcurrido ya prácticamente un año de la anterior cuaresma que tan importante fue para la vida COFRADÍA DE MARÍA SANTÍSIMA DE LA SOLEDAD. La verdad es que, desde varios años atrás, en el seno de la Junta de Gobierno, fuimos preparando con pasión y esmero la venida de este 2017. Haciendo una valoración lo más objetiva posible, cuestión que advierto ya de antemano a los lectores de estas humildes líneas que es del todo imposible, entiendo que salvamos todos los retos que teníamos planteados con un notable éxito. Sin embargo, como todo en esta vida, todo lo desarrollado, organizado y emprendido en esta cuaresma 2017, tiene sus claros y oscuros, afortunadamente muchos más de los primeros. Este apasionante año comenzó con la parte más gris. No ya porque no estemos (aún con la distancia del paso del tiempo) convencidos de que nuestro cartel de la Semana Santa 2017 como así lo refrendó el entendido en la materia Carlos Lucena ha sido uno de los mejores de la brillante historia de la cartelería cofrade en Aguilar. Y lo que más nos dolió fue la injusticia que se cometía en la polémica con la autora del cartel nuestra querida Andrea Amor Ortega Escobar. Aquí y ahora seguimos plenamente afianzados y convencidos en la idea que se nos quedó grabado en nuestras mentes: “Este es nuestro año, este es nuestro cartel”. Ya no hay palabras para expresar
nuestro agradecimiento sincero a Andrea ya no sólo por el cartel en sí, sino por la excelente presentación de este que parecía por sus palabras anticiparse a la polémica que sobrevenía. Y pasó todo el proceso de presentación del cartel no sin sufrimiento no deseado por la controversia. Y comenzamos a preparar nuestro especial Vía Crucis. Recorrido especial para la ocasión, haciendo partícipes a los vecinos para engalanar sus balcones; preparación del trono en el que María Santísima de la Soledad caminaría por ese entorno tan emblemático de nuestra plaza San José y Torre del Reloj como recorrido elegido. Las escenas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo del anterior trono de la Cofradía fueron sometidas a un proceso de restauración. Tuvimos que ir gestionando la amplitud de solicitudes que íbamos recibiendo para portar a hombros a Nuestra Sagrada Imagen hasta completar 3 relevos completos. Su indumentaria, acorde para la ocasión; sus ensayos oportunos; hombres, mujeres, jóvenes y no tan jóvenes…..todos ellos queriendo portar a hombros a “Su SOLEDAD” en esta ocasión tan especial. Todo un ejemplo de devoción hacia una Imagen.
Y antes el traslado hasta la Iglesia de las Descalzas. Un
sinfín de costaleros y costaleras improvisadas en el entorno mágico de la calle
Cerrillo (también engalanada)acompasados bajo un rezo constante que colmaba de
gracia a la Santísima Virgen. Y llegó ese momento tan esperado: el encuentro de
Nuestra Imagen con las Carmelitas Descalzas. No hay palabras para describir
esta emoción irrepetible. Por parte de nuestras monjitas nos sentimos
agasajados, enaltecidos e imposible mejor recibidos. Dios las cuide por siempre
a este tesoro que Aguilar tiene. Nuestra gratitud será por siempre jamás. Y se
aproximaba ese gran día del Santo Vía Crucis. En nuestras retinas, jamás olvidaremos
ese cambio de vestiduras en ese entorno tan lindo y especial. Las manos prodigiosas
de nuestro vestidor Pedro Luis Bazán Gallego colmaron de gracia y majestuosidad
la preciosa imagen de Nuestra Bendita Imagen de María Soledad.
Dios sabrá por qué (quizás para que nuestras monjitas
siguieran venerando cerquita a la Santísima Virgen unas horas más), la lluvia
no quiso que, ese viernes, la Virgen abandonara ese templo Sagrado. Así, el
rezo del Santo Vía Crucis se realizó en el interior de la Iglesia, acompañados
por unas voces angelicales del Coro Cantabile de Córdoba que nos hicieron
transportar, a todos los que allí estuvimos, al mismísimo cielo. Plegarias
llenas de emoción y sentimiento bellamente interpretadas que colmaron de gozo a
la Santísima Virgen.
Y la Virgen quiso emocionar dos días después a todos cuantos
habíamos luchado y trabajado tanto para la ocasión. Costaleros y costaleras
sabiamente conducidos por nuestro Capataz; nuestro cuerpo de acólitos bajo el
mando de nuestro pertiguero; filas y filas de hermanos y devotos; nuestro
cuerpo de monaguillos……un sinfín de fieles que se emocionaban al ver cómo la
Virgen detenía su paso para mostrar su afecto y cariño especial por aquellas
personas necesitadas. Ella, la que nunca olvida, la que siempre es agradecida,
la que responde: a amor….más amor aún. Un bendito coro celestial que acompañó a
la Santísima Virgen durante todo el recorrido tuvo que callar. Y el silencio se
hizo. Un paseo de las Coronadas abarrotado de gente calló cuando un violín
sonaba para interpretar el Ave María de Caccini. Una niña llamada Marta Pérez
Berlanga con unas prodigiosas manos, lo hizo posible. Una plegaria que se hizo
música. Emocionante e irrepetible en nuestros corazones.
Como irrepetible fue la entrada y vuelta a su templo de la
Parroquia de Santa María del Soterraño. De nuevo las mismas notas esta vez
acompañadas al piano y, de nuevo, las lágrimas asomaban y afloraban por las
mejillas de infinidad de cofrades y devotos mientras la Santísima Virgen,
agradecida, estoy seguro que diría: “Gracias pueblo mío, gracias”. A mi, como
Hermano Mayor de la Cofradía, ya no me quedan más que agradecimientos que
expresar en el recuerdo de esa cuaresma tan especial. A las Madres Carmelitas Descalzas,
a todos los vecinos del recorrido; a mis compañeros de la Junta de Gobierno (EJEMPLAR
SU TRABAJO), a todos los costaleros y costaleras; a nuestro Equipo Sacerdotal;
a las voces de ese coro improvisado durante el recorrido; a nuestros acólitos y
monaguillos; a nuestro vestidor; a todas las demás hermandades y a nuestro Ayuntamiento.
Manuel Zurera Caballero. Hermano Mayor de la Cofradía de
María Stma. De la Soledad
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